ES lo que no digo.

Y al revés.
ES lo que no digo.
    • Etiqueta: Desamor

      • Siempre es nunca al revés.

        Posteado a las 3:30 pm por martacarrascal, el 10 diciembre, 2015

        Carrascal Marta

        “El amor de un ser humano hacia otro: esto es quizás lo más difícil que nos haya sido encomendado. Lo último, la prueba suprema, la tarea final ante la cual todas las demás tareas no son sino preparación. Por eso no saben ni pueden amar aún los jóvenes, que en todo son principiantes. Han de aprenderlo.(…) Todo aprendizaje es siempre un largo período de retiro y clausura”. Rainer María Rilke, Cartas a un joven poeta.

        Llegué a esta isla hace cinco meses por una casualidad – milagro, como se llega a ninguna parte. Con la barriga llena de peces, no sabía muy bien si estaba llegando o me volvía a ir.

        Por allí dicen que vivo aquí, que vivo en una casa de madera con un fuego para hacer desayunos sin perchas y sin problemas, y que estoy muy feliz. Dicen.

        Mi hermana dice que es la isla de la des – conexión, y que aquí no es la realidad, que es como una burbuja. Pero que tampoco ella sabe explicarme qué es la realidad.

        En esta isla de repente tuve un trabajo que ya no tenía más porque me retenía más que me subía. Y empecé a dar clases en un idioma que no era el mío.

        En esta isla las mujeres se dan besos en la boca y las relaciones abiertas están en todas las mesas de todos los cafés.

        En esta isla me di cuenta que la compulsión por hacer me ha llevado a todas partes menos a mi, que no hay nada que haya subido que por contraste y gravedad no haya bajado, y que todas las veces que me definí, me recorté y me di más importancia de la inevitable.

        En esta isla conocí a unas mujeres descalzas y sabias que me recordaron sin decirlo que siempre es nunca y al revés, que no todos los mares tienen orilla y que la vida es “adelante”. Estas mujeres me regalaran unas barandillas para asomar a lo incuestionable en situaciones que pareciesen confusas.

        En esta isla el pelo me ha crecido cuatro centímetros y he tenido una historia de amor con un hombre lobo que inventé antes de nacer y que me crucé un día en otra playa en otro país que no era éste ni ese. Este hombre me llevó de luna de miel por lugares internos que nunca alguien -ni nadie- antes me había acompañado sin darme de la mano, me pidió salir sin verme y me mostró que los orgasmos no son genitales. Con este hombre me salió una noche en las cartas quererle siempre por encima de todos los imprevistos, y él me trazó en un plano que él era lo que yo no me atrevía a dibujar.

        En esta isla nada se fue completamente, los truenos se han echo diarios y por la noche hay sapos en la carretera.

        Y lo que sucedió después en esta isla fue la historia de una ilusión, y tuve que rogarle a la muerte en un sueño que no me llevase sin antes dejarme morir estando viva, porque el tiempo no existe, porque morirme me sigue dando miedo, y porque cada vez que digo que me siento vacía quiero decir pesada.

        En esta isla nunca me terminé una novela.

        Y siempre es nunca al revés.

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        Publicado en Amor, Ego, sueños, Viajes | 4 comentarios | Etiquetado como Amor, Desamor, Inconsciente, Islas, Koh Phangan, Meditación, Psicología, Reflexiones, sueños, Viajes
      • Des.cosiendo el des.amor

        Posteado a las 1:25 pm por martacarrascal, el 15 mayo, 2014

        “En el cielo no habrá matrimonios”, leí en alguna parte que decía la Biblia.. Digo yo que quizás sea porque en el cielo no se conserva la ilusión _ soledad que parcela a las almas en la tierra. Ni tampoco se conservará la incompletud inherente al plan trazado para cada humano, para cada persona, para cada comediante de esta gran simulación terrenal.

        “No confundas el amor con el esfuerzo que haces para que exista”. A. Jodorowsky. 


        Hace un rato, intercambiaba whassups con una amiga, y en un punto le dije: –  ¿puedo utilizar parte de esta conversación para escribir un post? – Sí, claro.

        Lo que sigo leyendo a través de ella, y la historia que me invento para escribir sobre lo que me sale, es una historia colectiva de una mente que continuamente transpira pensamientos que en ocasiones nos secuestran y paralizan. Nos pasa a todos. Nos creemos que los pensamientos tienen raíces, y así les damos el poder de llevarnos al borde de un abismo y a un sentimiento de soledad que nos hace acampar, en ocasiones, en un insondable espacio de vacío, y de des.conocimiento absoluto. ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos? ¿A dónde vamos?

        El vacío, y por qué no el aburrimiento, no es de nadie, y es de todos. Cuando uno le asiste, se convierte en proeza. Cuando no, lo en.cubre de aburrimiento, un aburrimiento que obstruye nuestra capacidad de mira interna, y nuestra capacidad de atención, lo que a mi amiga le llevará a ausentar.se del éxtasis presente y a una búsqueda insaciable -de “no sé muy bien qué es lo que quiero, ni lo que busco, porque en el fondo a lo único que quiero encontrar es a mi misma y no sé cómo hacerlo, porque me aburro y no quiero aburrirme”- que nunca se extinguirá, y le hará perderse de vista una y otra vez.. Nos pasa a todos.

        Y así, hará siempre todo lo posible para no estar con ella, para no vivir ese vacío que que no tiene nombre, lo que le hará sentirse ahogada en ocasiones, y entonces acabará abreviando todo su caos interno con un: “puta mente. me aburre”, confundiéndose con su mente, queriendo parar un pensamiento con otro pensamiento sin vía de salida..

        Y este mismo vacío, o sensación de in.completud, es el que le lleva a mi amiga a acostarse con la ausencia de su exnovio muchas noches, porque erróneamente le hace creer que es a él al que echa de menos, sin darse cuenta que lo que echa de menos era el  estado de completad propio que él le reflejaba en los meses que compartieron sus días y sus vidas. “Con él, era todo cómodo, cotidiano, salíamos de la ciudad, teníamos planes, hacíamos cosas diferentes, me entretenía, me hacía muy feliz, y ………” Exteriormente, estaba todo bien. Exteriormente, ella se creía que todo esto se lo daba él, como si existiese el mundo externo e interno.

        Y bien, en el último post, dije que hablaría sobre el des.amor, aquí la excusa perfecta: mi amiga que se acaba de separar, que me escribe un whassup, y yo que la utilizo a ella para hablar de mi.

        Repaso mis relaciones, una a una. Y encuentro un denominador común en todas ellas:  la des.ilusión, y el esfuerzo por hacer que el amor exista para que la desilusión se desvanezca, empeñándome en un amor sin raíces que quiere echarse a volar. Me doy cuenta que la entrega la confundí con dependencia, y que la no entrega se puso en demanda de la necesidad de la mirada del otro, en la necesidad neurótica de que el otro me valorase, y me hiciese sentir única entre la multitud. Que a mi me guste el otro o no, que yo tenga el valor de preguntarme si le quiero o no, eso es secundario, pero que yo le guste a él, que él me elija a mi, oh dios, eso es esencial. Busqué el cobijo de una madre, y la seguridad de un padre. Y gracias a que vida me trajo in.fidelidades, brusquedades, y todas esas cosas que me dejaron con la estima embriagada de tristeza, comprendí que igual que el mar no culmina en el horizonte, el sufrimiento puede llegar a ser aniquilador cuando quiero escapar de él, cuando no le miro de frente, cuando no me atrevo a preguntarME de verdad: y yo ¿¿soy yo capaz de amar.le??

        En medio de esta no comprensión del amor, el des.amor y las relaciones, un día me empecé a leer la bibliografía entera de Joan Garriga, y su libro “el buen amor en la pareja”, y parece ser que me voy medio percatando que las relaciones no nacen para hacernos felices o infelices, y tampoco nadie en este mundo nace con ese poder. Las relaciones nacen para darnos consciencia, y no siempre para alegrarnos el día. Lo único que hay son espejos donde podemos mirarnos de frente y desnudos como una oportunidad sublime más de crecimiento y de indagación en nuestra propia consciencia, -la de todos-, donde podamos utilizar al otro para ver qué nos pasa a nosotros mismos. Lo del culpable, la víctima, el verdugo, y todas esas cosas es pura mentira.

        La responsabilidad es siempre nuestra.

        Del encuentro.

        “(…) No estoy enamorada de ti, Harry, tan poco enamorada como tú de mí. Pero te necesito, como tú me necesitas. Tú me necesitas actualmente, de momento, porque estás desesperado y te hace falta un impulso que te eche al agua y te vuelva a reanimar. Me necesitas para aprender a bailar, para aprender a reír, para aprender a vivir (…)”. El lobo estepario. Herman Hesse.

        “(…) Sin embargo, solo las pasiones, y las grandes pasiones, son las que pueden elevar el alma a las grandes cosas. ¡Bello proyecto aquel de un devoto que se atormenta como un loco para no desear nada, no amar nada, no sentir nada y que, si llegase a cumplirlo, acabaría convirtiéndose en un verdadero monstruo!”. Diderot (1713–1784).

        Publicado en Alejandro Jodorowsky, Amor, Barcelona, Desamor, Diderot, Ego, familia, Fotografía, Herman Hesse, Matrimonios, Meditación, Mente, Misterio, Observar | 4 comentarios | Etiquetado como Amor, Desamor, Ego, Psicología, Reflexiones, Viajes, Yoga
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        Aún en la máxima agitación cohabita también la tranquilidad.. Sólo podemos re.conocer lo que s e n t i m o s cuando aprendemos a vivir en un espacio interno abierto y libre de juicios, de conclusiones, de protocolos. - El sábado 23 y domingo 24 marzo estaré en Madrid para un intensivo de fin de semana de yoga & yoga nidra. donde exploraremos a través del yoga diversas herramientas de auto.conocimiento. Con el único enfoque de cultivar el hábito de parar e invertir la mirada, de dejar de buscar afuera para permitirnos mirar adentro. - Toda la INFO y programa lo encuentras en el evento en Facebook. Inscripciones: martacr.yoga@gmail.com. Plazas muy limitadas!!! 🐉 - - 📸 @silviarocchino ⚡️
        Qué será lo que provoca la India que nos hace volver una y otra vez? - Siendo Rishikesh como esa casa acogedora a las que siempre vuelvo, tiene siempre la capacidad de provocarme tal extrañamiento interno que parece que mi mente perdiese kilos y predisposiciones cada vez que me paro a observar una vaca, un ritual, o a una mujer ofreciendo flores en el Ganges. Es tal fuerte y al mismo tiempo sutil el impacto de este país, que después de mucho insistir, de repente te das cuenta que la mirada tiene que ser invertida. Que no puede estar posada afuera sino reflexionamos sobre lo nos devuelve a lo que hay adentro. Este es el yoga de invertir la mirada. De afuera a adentro. 🐉
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